En este artículo nos hemos propuesto contestar algunas de las preguntas más frecuentes sobre aplicaciones clínicas de probióticos. Como seguramente ya sabréis y según la Organización Mundial de la Salud, los probióticos son «microorganismos vivos que, cuando son administrados en la cantidad adecuada confieren un efecto beneficioso para la salud del sujeto que los recibe».
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¿Es conveniente asociar probióticos cuando consumimos antibióticos?
El uso de antibióticos puede causar a menudo diarrea, más concretamente este efecto secundario se manifiesta en una cuarta parte de los pacientes que los consumen, lo que tiene como consecuencia la suspensión del tratamiento. Esto en líneas generales, ocurre porque se produce un desequilibrio de la microbiota intestinal.
La diarrea asociada a los antibióticos (DAA) es aquella que aparece desde el inicio del tratamiento hasta las 3-8 semanas después, siendo inexplicable por otra causa.
Los estudios realizados han podido demostrar que los probióticos en combinación con antibióticos reducen el riesgo de diarrea asociada a los mismos. Aún así, de momento no hay estudios concluyentes para recomendar de manera rutinaria el empleo conjunto de probióticos y antibióticos, aunque algunas cepas han demostrado su eficacia disminuyendo la incidencia de DAA. Eso sí, su administración debe realizarse al principio del tratamiento y no cuando ya se ha desencadenado el cuadro.
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¿Existen estudios sobre su empleo en la intolerancia a la lactosa?
El consumo de leches fermentadas mejora la tolerancia al degradarse por las enzimas bacterianas, y de esta forma mejorando su digestibilidad y disminuyendo el vaciamiento gástrico. Algunas cepas como el Lactobacillus acidophilus y el Lactobacilus bulgaricus contienen β-galactosidasa y lactasa, con lo que podrían aumentar la digestión de la lactosa. Los probióticos podrían mejorar la tolerancia a la lactosa, al modular la microbiota intestinal.
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¿Son eficaces en los trastornos funcionales tipo síndrome del intestino irritable?
El síndrome del intestino irritable es un trastorno gastrointestinal funcional frecuente que se caracteriza por la presencia de dolor abdominal y cambios en el ritmo intestinal sin que una alteración orgánica lo justifique. Se desconoce su causa aunque hay datos que apoyan su relación con la microbiota intestinal, siendo ésta diferente a la de los individuos sanos. Además su instauración tiene relación, en una tercera parte de los casos, con procesos infecciosos gastrointestinales y se ha observado también en una alta proporción de estos pacientes cuadros compatibles con sobredesarrollo bacteriano.
La mayoría de los estudios sugieren que varias especies de Bifidobacterium y de Lactobacillus tienen beneficios en su tratamiento, demostrando que en las terapias prolongadas ha demostrado que disminuye las puntuaciones de síntomas totales (dolor abdominal, distensión, flatulencia y borborigmos) de forma significativa.