El estrés es el ‘’mal’’ de nuestro siglo. Vivimos inmersos en medio del caos y de un mundo súper cambiante que no nos permite pensar en nosotros mismos ni conectarnos con nuestro interior. Este mundo que nos exige una rapidez casi inhumana y que nos ha hecho olvidarnos del hecho irrefutable de que somos animales y, nos guste o no, formamos parte de la naturaleza.
Todo este conjunto de cosas ha provocado serios daños en nuestro estado mental y psíquico, dotándonos de inseguridades, presiones innecesarias y de una alta carga de ansiedad.
Un estado constante de alerta no debería ser habitual, lo natural debería ser estar tranquilo y vivir en medio de la neutralidad del mundo que nos rodea. Hemos hablado con el psicólogo Toni Mateo, creador de Inpside, una consulta psicológica orientada a la terapia cognitiva conductual y adaptada a nuestros tiempos. Como el mismo dice, la terapia tiene que ser algo rápido y eficaz que nos permita mejorar nuestro día a día.
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Antes de empezar, ¿qué es la terapia cognitivo – conductual? ¿Por qué apuesta por ella en su consulta?
De forma sencilla, la terapia cognitivo – conductual es una propuesta psicoterapéutica basada en la relación existente entre el pensamiento y el comportamiento. Este enfoque entiende que nuestra principal habilidad es la capacidad para explorar y recolectar información. El significado que le demos a cada uno de los eventos por los que pasamos en nuestra vida, da como resultado una serie de esquemas mentales que guiarán nuestro comportamiento.
Se crea de esta manera nuestra forma de ver el mundo, nuestra forma de interpretar la realidad, nuestro punto de vista, nuestras referencias y valores. Es un proceso muy automatizado y casi sin darnos cuenta, adoptamos un estilo propio de entender, sentir y hacer. Si ese estilo propio es suficientemente amplio, flexible y adaptativo, nos permitirá afrontar situaciones complejas y dar solución a los retos que nos encontramos. Pero si no lo es, pueden aparecer dificultades.
Lo mejor de esta forma de entender lo que ocurre en nuestra cabeza y de nuestra forma de reaccionar, y por eso apuesto por ella, es que entiende a la persona como una agente activo. Esto quiere decir que tendrá la opción de cambiar esa forma de ver e interpretar la realidad, porque, y esto es muy importante, todo se aprende.
El cambio psicológico, y el consecuente cambio de conducta, pasarán por la modificación de esos esquemas, la creación de nuevos en un proceso de aprendizaje activo y, por supuesto, la puesta en práctica de éstos.
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¿Qué es el estrés? ¿Cómo afronta la terapia cognitivo – conductual el estrés?
El estrés es lo que le ocurre a nuestro organismo cuando las condiciones externas lo ponen a prueba. Esto implica que se movilicen una serie de recursos para hacer frente a estas condiciones o estímulos. El cuerpo y la mente aguantarán hasta cierto límite. Dentro de ese límite, el estrés no tiene por qué ser negativo. Es más, es un beneficio, ya que, al activarnos, nos permite afrontar en condiciones ese desafío que se nos presenta. Pero si ese desafío se mantiene en el tiempo, se vuelve más exigente o sobrepasa nuestros recursos, entonces es cuando aparecen las consecuencias negativas.
La terapia cognitivo – conductual afronta el estrés a partir del aprendizaje y la instauración de las habilidades necesarias para gestionarlo. La persona deberá crear un nuevo repertorio de recursos para poder seguir siendo productiva. Estos recursos están orientados a saber lo que es el estrés y cómo afecta al organismo, cómo relacionarte con el foco de estrés, cómo regular la activación que implica para que no se vuelva perjudicial, cómo detectar y manejar pensamientos que pueden alimentar estas sensaciones negativas, cómo expresar lo que uno siente de una forma beneficiosa tanto para él como para su entorno, cómo afrontar problemas con el objetivo de habituarse a encontrar soluciones factibles y su posterior puesta en práctica y evaluación, y, finalmente, cómo afianzar y consolidar ese aprendizaje a partir de un estilo de vida que proteja de los efectos negativos del estrés.
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Hábleme de la ansiedad, la consecuencia más directa del estrés
La ansiedad es un conjunto de sensaciones y pensamientos relacionados con una situación de posible amenaza. Por lo tanto, es una reacción anticipatoria y automatizada, es una señal de que algo es un peligro inminente y se ha de tomar alguna medida para protegerse. Dicho así, no tiene por qué ser algo negativo. En realidad, es lo que nos ha permitido seguir existiendo como especie al poder reaccionar ante las amenazas del entorno antes de que acaben con nosotros. Es el tipo de reacción, así como el conjunto de ideas que justifican esa reacción, lo que marca que esa ansiedad sea beneficiosa o perjudicial.
Si la ansiedad es un sistema de protección, la ansiedad perjudicial será aquella que no beneficia nuestra supervivencia. Se vuelve entonces en una sobreprotección injustificada, ya sea para aspectos en concreto de nuestra vida o para todo en general.
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¿La ansiedad tiene solución? ¿Podemos aprender a vivir de otra manera?
Como he comentado, la ansiedad no tiene que ser un problema y no se puede vivir sin ansiedad. Hay que aprender a regularla y ponerle los límites adecuados. El mayor problema que se puede derivar de una ansiedad mal regulada es crear la tendencia de vivir con una ansiedad sin límites. Esto implica ver amenazas donde no las hay. Si te acostumbras a dar este tipo de respuesta ante cualquier hecho, al final te complicas la vida.
Una ansiedad mal gestionada puede convertirse en un parásito que se alimenta de miedos. Es bastante resistente y retorcida, es muy mentirosa y sabe manipular muy bien, por lo que va presentando trampas para que te enganches a bucles de pensamientos negativos que, al ser habitualmente irracionales, son difíciles de desconectar.
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¿Qué otras patologías puede provocar un estrés sostenido en el tiempo?
El estrés, ya sea en momentos puntuales o sostenido en el tiempo, puede provocar daños físicos y trastornos en la salud mental importantes. Es como una olla exprés que dejamos en el fuego sin válvula de escape. Al final aquello revienta. Y reventará por donde sea más vulnerable. Desde trastornos del estado del ánimo y desequilibrios emocionales, hasta problemas digestivos, musculares, o aquellos derivados por la sobrexcitación del sistema nervioso.
El estrés es una respuesta de emergencia que debe tener un tiempo limitado y una intensidad adecuada. Sobrepasar cualquiera de estos límites implica un proceso de desgaste que puede perjudicar seriamente la salud.
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A parte de la terapia, ¿qué cambios en nuestro estilo de vida deberíamos hacer para vivir en paz y tranquilos?
Vivir en paz y tranquilos implica dar la respuesta necesaria en el momento adecuado. Para ello, se ha de experimentar y atreverse. Ésta sería la base de todo: ganas de explorar, conocer y relacionarte con tu entorno.
Por supuesto, eso debe ir acompañado de otros recursos de autoprotección: actividad física habitual, dieta equilibrada, desarrollo de intereses y aficiones, relaciones sociales saludables, actividad y horarios laborales que no perjudiquen a la persona, y contacto con la naturaleza.
Claro que todo esto no evitará al 100% tener un mal momento, pero protegerá y permitirá una rápida recuperación. Además, esos malos momentos, siempre dentro de límites adecuados, son necesarios, ya que de ellos se puede aprender algo.
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¿Qué opina de los complementos alimenticios? ¿Creen que pueden ser útiles en la batalla contra el estrés?
Los complementos alimenticios pueden ser un buen aliado para la gestión del estrés. Pueden considerarse un facilitador para lograr un buen manejo del estrés. Hay que tener en cuenta que diversos factores, como es una predisposición genética a desarrollar respuestas de estrés y ansiedad, falta de plasticidad para flexibilizar conductas, o un aprendizaje prolongado y consolidado a lo largo de los años que fomenta ese tipo de comportamiento, pueden convertirse en obstáculos importantes.
Los complementos alimenticios pueden ayudar a minimizarlos y permitir la instauración de nuevas respuestas más adaptativas, y por lo tanto, más beneficiosas.