Mucho se ha hablado del bronceado, sobre cómo conseguir un tono más bonito, duradero, uniforme etc. Pero vamos a aclarar una cosa, un bronceado de calidad no solamente significa obtener un tono de piel bonito, sino conseguirlo de una manera sana y que no provoque ningún daño en nuestra piel.
A la hora de broncearnos, la genética juega un papel muy importante, es decir, que según el tipo de piel que tengamos nos broncearemos con más o menos facilidad. Eso sí, hay una serie de pautas que hay que tener en cuenta independientemente de la piel que tengamos.
Protección
Es el punto más importante a cumplir para poder exponer nuestra piel al sol sin ningún efecto dañino. Los dermatólogos y expertos en piel recomiendan usar protección solar los 365 días del año (a poder ser de factor 50), pero durante el verano ya se convierte en una obligación. No solo cuando vayamos a la playa o a la piscina, sino cada vez que salgamos a la calle.
Para olvidarnos de la crema durante el día a día, podemos usar un fotoprotector oral, que nos protegerá desde el interior y evitará manchas, quemaduras, bronceado irregular etc.
La hora de exposición
Lo habréis oído mil veces, hay que evitar las horas más fuertes y de más calor del día. Aunque parezca que nos bronceamos más rápido durante esas horas tenemos que ser conscientes que estamos dañando la piel, por lo tanto, en esto del bronceado es mejor ir despacito.
Exfoliar
Exfoliar la piel unos días antes de ir a la playa o la piscina es esencial para que el bronceado quede uniforme y dure más.
Alimentos influyentes
La alimentación es clave en muchos aspectos y en lo que se refiere a la piel y al bronceado, también. Puede ser el punto decisivo para conservar un tono saludable y sin manchas. Hay que potenciar alimentos ricos en antioxidantes como, por ejemplo, los que contienen vitamina A (tomate, zanahoria, mango, papaya, calabaza, melocotón…), vitamina C (cítricos), vitamina E, con propiedades cicatrizantes (soja, aguacate, aceite de oliva…) y ácidos grasos omega 3 para una máxima protección e hidratación (nueces, germen de trigo…).
Agua
El agua es una de aquellas cosas esenciales pero que a menudo olvidamos incorporar en nuestra rutina. Es muy importante que no nos olvidemos de beber, especialmente los meses de calor, para hidratarnos por dentro y por fuera.
Insistimos mucho en el tema de la protección, eso es porque el sol puede tener efectos muy dañinos para nuestra salud a corto y a largo plazo. No nos olvidemos que la piel tiene memoria celular. Las cremas solares nos pueden proteger hasta cierto punto, pero si queremos conseguir una protección total sin renunciar al bronceado, lo ideal es que utilicemos un fotoprotector oral.
La fotoprotección oral es un tipo de protección para la piel hacia la radiación UV. Se trata de sustancias ingeridas oralmente que te proporcionan un bronceado seguro reduciendo los riesgos que los rayos solares comportan. Su actuación puede comportarse de distintas maneras:
- Antioxidante
- Antiinflamatoria
- Inmunomoduladora
Es aconsejable tomarlo como complemento de los protectores clásicos en épocas de riesgo como verano.
Por último, decir que la fotoprotección oral es cada vez más recomendada por los dermatólogos, sobretodos en pacientes de piel del fototipo 1 (la más sensible).