A lo largo de nuestra vida estamos expuestos a muchas sustancias dañinas para nuestro organismo, aunque nuestra fisiología es capaz de tratarlas y eliminarlas a diario.
El hígado es el órgano encargado de mantener nuestro cuerpo a salvo y limpio de estas sustancias dañinas que pueden acumularse en nuestro organismo.
Si la cantidad de tóxicos que acumulamos es demasiado grande, pueden aparecer síntomas como:
- Fatiga física y mental
- Dolor de cabeza
- Embotamiento o poca claridad mental
- Falta de concentración
- Dificultad para descansar y dormir adecuadamente
- Alergias en la piel, eczemas, etc.
¿Qué es la detoxificación?
Es la transformación de estas sustancias dañinas (contaminantes, aditivos, restos de medicamentos, etc.) en otras menos tóxicas. Dicha transformación se hace de manera normal en nuestro hígado a través de dos fases diferentes.
Fase 1
Consiste en oxidar las sustancias a depurar, de tal manera que las prepararemos para su eliminación. El principal inconveniente es que los productos resultantes de esta fase son muy activos y pueden producirnos daños si se acumulan.
Fase 2
Es la fase más importante, aunque muchas veces es la que menos cuidamos o reforzamos. Se trata de conjugar (combinar) los productos resultantes de la fase 1 para realizar una eliminación general de todos los productos tóxicos.
¿Cómo conseguimos limpiar por completo el organismo?
Como hemos mencionado, lo primero y más importante, es depurar por completo el hígado, que es el filtro por el que pasan la mayoría de sustancias de nuestro cuerpo. Además, es importante mejorar el tránsito de nuestro intestino, ya que es el tubo por donde pasa todo lo que ingerimos y, por lo tanto, también sufre como consecuencia de los restos que puedan quedar (intolerancias, inflamación, distensiones).
Si quieres hacer un plan detox de verdad y notar los resultados, es importante limpiar tanto el hígado como el intestino, así como cuidar de nuestra microbiota con probióticos de calidad.