La Dra. María Pérez, doctora en medicina global integrativa, natural y biológica, es especialista, entre otras muchas cosas, en nutrición energética y profesora de cocina natural. Tal y como ella misma dice, enseña a utilizar los alimentos en función de la constitución de cada persona, desequilibrios o patologías o simplemente con el objetivo de mantener nuestra salud y aumentar el potencial energético para fortalecer nuestro sistema inmunitario.
En esta ocasión nos cuenta en qué consiste todo esto de la nutrición energética y cómo puede influir en estados de estrés y ansiedad.
“Las plantas, los animales y los seres humanos poseemos campos de fuerza electromagnética o campos energéticos . Estos campos energéticos determinan la forma y el estado del organismo al cuál pertenecen” (Harold Saxton Burr) .
“Las células emiten campos electromagnéticos y se comunican entre ellas mediante ondas electromagnéticas” ( Herber Frolich. Premio Nobel de Física 1963 y 1964 ).
La nutrición energética , tiene en cuenta, además de los componentes bioquímicos , organolépticos y nutricionales de cada alimento, su energía y vibración, que de forma simple la podemos clasificar en contractiva o expansiva, centrípeta o centrífuga , yang o yin. Esto significa que cuando comemos un alimento, por ejemplo, un huevo, además de aportarnos proteínas , grasas, vitaminas y minerales, nos produce contracción y densidad.
Que “ somos Vibración y Energía “ es ya más que evidente .
Energía contractiva y expansiva
La energía contractiva es una energía centrípeta, es decir, que va hacía el interior del cuerpo y partes profundas del mismo, tienen una vibración lenta, densa y calienta, es una energía más condensada. Esta energía contractiva en exceso nos producirá tensión, irritabilidad , impaciencia, agresividad y exceso de apetito. Sin embargo, la energía expansiva, es centrífuga y superficial, se acumula más en el exterior y partes más superficiales del cuerpo, su vibración es rápida, expande y enfría, y en exceso produce dispersión, confusión, tendencia a la depresión, falta de apetito y de energía .
El alcohol, por ejemplo es muy expansivo, por eso se suele tomar en fiestas y momentos de celebración o para conseguir precisamente ese efecto de descompresión, nos “aligera” la timidez, nos da verborrea, nos pone más “contentos”, nos ”afloja”, etc. Es decir, nos da una energía más “abierta” tomado con moderación, claro está. Sin embargo, una energía contractiva como la del huevo o la carne, va a provocar todo lo contrario, nos focaliza más hacia el interior, nos densifica pero también nos hace estar más congestionados.
La energía de contracción es una energía que nos da calor interior y la energía expansiva nos enfría. La fruta en general, con una energía expansiva y fría la solemos tomar para refrescarnos , sobre todo en verano con el objetivo de contrarrestar el exceso de calor. En invierno, sin embargo , solemos hacer cocciones más calientes como estofados, olla a presión, salteados largos, horno,… para nutrirnos y calentar el organismo en especial nuestros riñones, que es de donde parte nuestra energía esencial.
Es decir, cada alimento proporcionará a nuestro cuerpo diferentes energías, diferente temperatura corporal, estados de ánimo, emociones, mayor o menor grado de vitalidad.
También a nivel de “síntomas” podemos hacer la misma lectura y utilizaremos la nutrición energética para regular las energías que están alteradas y así , fluyendo la energía de forma armónica por todos nuestros órganos ,ayudar a que el cuerpo encuentre su propio equilibrio y homeostasis .
La constitución y la condición de cada momento determinará el tipo de alimentos y preparación más adecuada .
Estrés y ansiedad
La energía se mueve de forma constante pero no en todos los “circuitos energéticos” lo hace con la misma intensidad y a las mismas horas. Según la MTC ( Medicina Tradicional China) las estaciones y emociones también se relacionan con los diferentes órganos.
En este momento de primavera, que ya hablamos de la importancia de la depuración o detoxificación, hay una mayor apertura de la naturaleza, las flores, los árboles etc. El hígado y vesícula biliar son quienes empiezan a tomar más protagonismo y la emoción predominante cuando el hígado-vesícula biliar está en desequilibrio es la ira, la rabia, la irritabilidad, la tensión y la contracción. Es decir, que un hígado y una vesícula biliar que no están regulados o armónicos nos provocarán mucha más tensión y dificultad para adaptarnos a las situaciones de estrés o de cambio. Sin embargo en equilibrio hará que seamos más pacientes, ordenados, creativos y con más claridad de ideas y más flexibles .
Alimentos que agravan esta tensión e irritabilidad son el exceso de grasas, los fritos, frutos secos (excepto la almendra que es más refrescante ), lácteos , sobre todo los duros y la proteína animal .
El estrés tiene muchísimo que ver con las suprarrenales, que a su vez tienen mucho que ver con el riñón, que pasa su energía al hígado. Si durante el invierno no hemos cuidado bien el riñón y éste se encuentra en deficiencia, lógicamente, el hígado no va a tener la energía suficiente y le costará poder fluir esa energía hacía una de acción y adaptación a los cambios.
Ahora, en primavera hay que empezar a cambiar la alimentación, tomar menos grasas saturadas, evitar huevos, carne y lácteos duros y comer más verduras de hojas verdes como el apio, puerro, espárragos, alcachofa y sobre todo vegetales amargos como los rabanitos, pickles, algas en todas sus variedades, especialmente wakame, arame, lechuga de mar, cereales integrales como el trigo – kamut, espelta, candeal – cuscús, cebada, maíz, quinoa, bulgur y pequeñas cantidades de arroz integral de grano medio y largo, aumentar la proteína vegetal y legumbres para que nuestro hígado esté más ligero y podamos tomar mejores decisiones. Un antídoto muy eficaz para sedar la energía del hígado es tomar un buen vaso de zumo de manzana. Si nuestra energía está atascada o en deficiencia nos costará adaptarnos a este cambio y pueden aparecer infecciones, resfriados etc.
Es el momento de empezar a introducir frutas estacionales hervidas, en compota, al vapor, maceradas con una pizca de sal y cocciones en general más ligeras como hervidos, vapor, salteados cortos, germinados . El sabor que ayudará a nuestro hígado será el amargo y picante, ayudando a eliminar toxinas, como berros, ortigas, escarola, endivias, hojas diente de león, hojas de rabanitos, nabos, cebollinos etc. Las cremas de verduras pueden ser un poquito más frías y podemos introducir un poquito de crudo que nos empiece a refrescar para que nuestro hígado sea más activo.
En estados de estrés o ansiedad como la energía no fluye correctamente, el cuerpo, tiende a abusar de los alimentos contractivos. Ese exceso nos provocará aún más desequilibrio.
“Nuestro organismo tiende a querer un equilibrio energético natural “ .
Hay que escuchar nuestro cuerpo y estar en consonancia con la naturaleza respetando sus ciclos y comiendo comida de proximidad y variada según cada estación.
Masticación
La digestión comienza en la boca y normalmente, cuando estamos en situaciones de estrés y ansiedad, tenemos muy pocas enzimas y fuerza energética digestiva . Los dientes tienen además una carga eléctrica y una polaridad positivo/negativo, que durante la masticación favorecerá que se multiplique su efecto energético lo que facilitará la digestión.
Si no tenemos acceso a alimentos de mucha calidad, por poco que los acompañemos de verdura (que nos aportan vitaminas y minerales que favorecerán la transmisión del flujo energético) a través de la masticación, podemos transformar y recargar un alimento que no está demasiado vivo en uno más fuerte energéticamente, y vital y por lo tanto, será mucho menos dañino. También puede suceder al revés, si comemos un alimento ecológico, sin pesticidas etc. pero no lo masticamos adecuadamente, no obtendremos todas sus propiedades.
Otras pautas para aprovechar al máximo la energía de los alimentos
No beber agua durante la comida es básico porque ésta diluye la acción de las enzimas digestivas y puede producir fermentaciones, hinchazones de barriga, alteración de la microbiota que nos pueden llevar a putrefacciones, disbiosis intestinal y permeabilidad de la membrana digestiva .
También es importante comer en silencio y con calma, sin ordenador ni televisión, para tomar conciencia de lo que estamos comiendo. Hacer reuniones de trabajo comiendo no es lo más adecuado. Si es posible buscar luz natural y masticar mucho.
Finalmente, tenemos que intentar que la mitad del plato sea de color verde o verdura complementando con un poquito de cereal integral y proteínas más ligeras (menos proteína animal y más vegetal), disminuir los alimentos salados y ayudarse con fermentados como el chucrut, entre otros.
“Una alimentación basada en alimentos naturales y frescos será el primer paso para la purificación de nuestro organismo, obteniendo nuestro propio modelo de salud y vitalidad , aportando a nuestra vida la base para la armonía y equilibrio interior “
“El alimento es lo exterior interiorizado y la calidad de los alimentos consumidos tendrá invariablemente una influencia en el estado del organismo” (Dra. Maria Pérez ).